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sábado, 8 de mayo de 2010

Lenguaje Astrologico

¿Por qué no entiendo de un modo completo lo que leo en el lenguaje astrológico? ¿Por qué cuando digo lo que veo allí, no abarco nunca todo lo que allí dice? ¿Por qué por más que miro y miro una Carta Natal no se me ocurre nada que decir? ¿Por qué dos más dos no dan simplemente cuatro cuando hablamos en el lenguaje astrológico? Estas son algunas de las preguntas más frecuentes que se plantean las personas que se inician en el estudio de la Astrología, y las de muchos otros que llevan años y años de estudio metódico y esforzado. La respuesta a todos estos interrogantes es muy simple: Están intentando meter una ballena gigante dentro de la jaula del canario.
Ya medianamente vamos comprendiendo el que, básicamente, la Astrología es, ni más ni menos, que un lenguaje, como ya hemos dicho. Un Lenguaje que apela al Simbolismo para significar determinados conceptos e ideas sobre las cosas y a las cosas mismas. Pero existen muchos tipos de lenguajes simbólicos, como por ejemplo el lenguaje matemático por nombrar solo el más habitual y conocido por todos, que pese a la complejidad que encierra nos es de mucha utilidad en el día a día, y cualquiera puede comprenderlo. Por su carácter simbólico, nos ayuda a sintetizar una amplia variedad de ideas y conceptos en un solo símbolo, signo o grafismo, que abarcarían una amplia extensión de texto si quisiéramos expresarlo de un modo más coloquial. Pero si bien el Astrológico es un lenguaje que apela a símbolos para hacer lo mismo, y podemos decir por ello que es un lenguaje simbólico también, es increíblemente mucho más amplio en muchos aspectos que aquellos a los que llamamos comúnmente por este nombre, porque posee una cualidad distinta de éstos. La cualidad que tiene cada lenguaje es muy distintiva, ya que, más allá del promovernos la capacidad básica del comunicar y el compartir que son obvias en todo lenguaje, también esta está íntimamente ligada al modo en que pensamos y que vemos el mundo, tal como lo afirman los estudiosos neurolinguistas. Estas cualidades nos condicionan, restringen y recortan nuestra percepción de la realidad.

La astrología es un lenguaje simbólico no-habitual, así que podemos distinguirlo de los otros que son diferentes de ella, aunque sean parecidos de alguna forma en su empleo. Primeramente, y lo más obvio, es que la mayoría de los lenguajes simbólicos que utilizamos están regidos por la Lógica. La Lógica es un razonamiento de carácter lineal y por ello muy fácil de seguir y comprender. En este tipo de lenguaje, los simbólicos normales por llamarlos de algún modo, los signos simbolizan ideas que pueden ser comprendidas e interpretadas siguiendo una única línea de pensamiento determinada y muy precisamente acotada. En cambio, en el lenguaje de la Astrología es imposible comprender e interpretar correctamente las ideas de ésta manera. No podemos utilizar la Lógica para hacerlo ya que para interpretar y comprender correctamente lo que leemos, debemos seguir no ya una línea de ordenación diferente, lo que nos hablaría de “otra” Lógica, sino que se hace necesaria la utilización de múltiples líneas en diferentes planos del pensamiento, la más de las veces contradictorias entre sí, de un modo simultáneo. Para comprender e interpretar el lenguaje astrológico de un modo correcto, es necesario cambiar radicalmente nuestro modo habitual del pensar por otro completamente diferente, y esto es algo que resulta muy difícil de lograr al primer intento ya que hemos sido entrenados desde muy pequeños para pensar de una manera lógica, y los viejos hábitos, sobre todo en lo que atañe a los modos del pensamiento, son difíciles de abandonar. Este tipo de pensamiento lineal que domina al hombre común, que es ignorante del tema astrológico, prevalece también en muchos de los interesados en la astrología de muchas maneras, y les acarrean montones de dificultades a la hora de comprender verdaderamente lo que están mirando.

Un ejemplo claro son las personas que intentan introducirse en el estudio de la Astrología de un modo autodidacta. Leen apuntes y libros durante años y años, tal como están acostumbrados a estudiar cualquier otra cosa, y por más que esfuerzan sus mentes hasta el límite no logran interpretar de un modo correcto una Carta Astral cuando se encuentra frente a ellos. Sí, algunos logran en el mejor de los casos no un retrato claro de la persona al que pertenece el mapa, sino algo parecido a uno de esos cuadros de Xul Solar (Oscar Agustin Alejandro Schulz Solari 1887-1963) en donde la nariz está a un lado de la cabeza, un ojo en el mentón y el otro en la frente, una oreja en la nuca y la boca en lo alto de la otra, y que ni siquiera se parece remotamente a un ser humano. No es nada extraño que las personas que los consultan no se sientan identificados en la devolución que les hacen salvo, quizá, en cuestiones muy básicas como por ejemplo: “sí, tengo dos ojos, tengo dos oídos, una nariz y una boca… pero en realidad me veo muy distinto de eso que me dice…” Veamos un ejemplo muy fácil para comprender lo que sucede. Hagamos una analogía. Todos hemos visto alguna vez un libro de recetas de cocina ¿verdad?, y por otro lado, mal que mal, alguna vez habrán visto esas devoluciones que nos dan cualquiera de los programas de interpretación astrológica que encontramos en la Internet, o que nos envían a la vuelta de correo algunos “astrólogos” luego de llenar un formulario con nuestros datos. Si no los vieron, pues, se resume a un montón de hojas escritas que dicen, por ejemplo: “Sol en Capricornio, dos puntos. Bla, bla, bla…, Luna en Libra: Bla, bla, bla…, Marte cuadratura Júpiter: Bla, bla, bla…” y así durante páginas y páginas y páginas, que se parecen tanto al tipo de lectura que hacen los autodidactas a los que nos referimos antes. Ahora bien, en un libro de cocina tenemos el título de cada receta, una lista detallada de ingredientes, e instrucciones sobre cómo y en qué orden deben de ser procesados e incorporados los ingredientes a la preparación para obtener el resultado deseado, y que resultará más o menos algo similar al lo que aparece en la fotografía que acompaña al conjunto. Pero en un “informe” astrológico como el que describimos, lo único que tenemos es una lista detallada de ingredientes y absolutamente nada más… ni de qué se trata la receta, ni sobre el procedimiento de cómo debe prepararse, o sobre qué cosa podemos esperar como resultado de todo ello una vez realizado.

Como cualquiera puede darse cuenta, indudablemente es muchísimo mejor a nivel informativo y práctico un libro de cocina para nuestra Lógica habitual y su modo de comprender, ya que no nos aclara ni sirve de mucho que en cada ítem del listado de ingredientes nos aburran con páginas y páginas sobre el origen, la historia del ingrediente, sus cualidades nutritivas, su composición química y quién lo usó por primera vez, a la hora de saber si la receta se trata de Canelones Mixtos con Salsa blanca o de Carne Asada con Guarnición de Vegetales, Sopa de Verduras con Choripanes, o de un exótico postre de las Islas del Pacífico, lo que es, en definitiva, aquello que nosotros queremos averiguar, el resultado de la combinación de todo ello. Cualquier ama de casa sabe que con los mismos ingredientes pueden elaborarse infinidad de platos diferentes, pero pareciera que muchos de los denominados “astrólogos”, no, porque creen que sabiendo más sobre los ingredientes alcanza > para saber del único resultado que será posible. El problema radica en no comprender esa frase escrita simbólicamente en la carta astral, todos esos signos y símbolos distribuidos que son los ingredientes de la lista digamos, como una totalidad que excede la suma de sus partes y que es totalmente diferente en su resultado. La complejidad a la hora de comprender los lenguajes como el astrológico, es que estos no pueden ser aprendidos del mismo modo que aprendemos los otros lenguajes comunes incorporándolos desde lo externo hacia lo interno por medio de la lectura y el posterior razonamiento, sino que la dinámica consiste en dejar que ellos emanen desde nuestro interior hacia lo externo, sintiendo lo que nos provoca más allá de lo verbal. El ejercicio que se hace necesario aquí en su comprensión, es llevarlos desde nuestro más oscuro e íntimo inconciente hacia la luz de la conciencia en un solo paso. A este respecto, un gran aporte para el entendimiento lineal que tenemos habitualmente de las cosas, y que fue realizado sobre este mismo tema, fue el aporte de Carl Jung y sus estudios sobre la dinámica arquetípica en el inconciente, basado en sus investigaciones minuciosas en la Astrología y la Alquimia como lenguajes, y utilizando sus cualidades como modelos dinámicos para ampliar así la profundidad en la comprensión del alma humana que sigue la moderna psicología.

Otra particularidad que tiene el lenguaje astrológico, es la multiplicidad de significados simultáneos que adquiere cada uno de los símbolos. Los “Símbolos” que se utilizan en los lenguajes sagrados, que es así como se denominan estos lenguajes que poseen cualidades multidimensionales en su expresión, modifican sus significados y no son linealmente constantes. Razón por la que la Lógica no pueda alcanzarlos. Veamos un ejemplo con un lenguaje habitual para poder comprender esto. La letra “A” del español, por ejemplo, se lee e interpreta igual estando sola o estando acompañada por otras letras dentro de una misma palabra, o dentro de muchas palabras dentro de una misma frase. En los lenguajes sagrados esto no sucede así, en cambio, cada símbolo no tiene uno sino varios niveles de significado si es que lo vemos por sí solo, lo que ya complica un poco las cosas, pero también estos significados cambian si lo acompañamos de otro símbolo igual o diferente. Su significado cambia dependiendo de cuál sea el significado de este símbolo con que lo acompañamos en particular, y en el cómo se modifica de igual manera al interactuar con el primero. Así también, cambia su significado en la medida en que agregamos más símbolos para acompañarlo sucesivamente, digamos cuando juntamos más letras y formamos una “palabra”. Dependiendo de las nuevas letras agregadas, y el orden en que las agregamos, modificarán también sus significados individuales dependiendo de la posición que ocupa cada símbolo dentro de la misma palabra (si es la primera letra, o la segunda letra, o la tercera, etc. o la última); y también más, el significado de cada símbolo se ve modificado por el nivel superior de significado que tiene la palabra completa en sí misma, a la que pertenece. Es como si dijéramos que en las palabras “Casa”, “Cara” y “Capa”, las letras “A” que hay en cada palabra significan cosas totalmente distintas, no solo por cambiar una de las letras que la acompañan en cada una de las palabras, sino por pertenecer a diferentes palabras aún cuando están en las mismas posiciones relativas dentro del conjunto. Al mismo tiempo, también se modifica su significado por la posición que ocupa la palabra a la que pertenece dentro de la frase en que está escrita, el significado de cada palabra de la frase y de sus posiciones relativas dentro de esta misma frase, y, por supuesto, del significado y la idea expresada en esa misma frase en su totalidad. Sí, sí, también se modifica por el contenido y significado del párrafo, del capítulo, y de la totalidad del texto escrito en el que se encuentra. Se que suena a muy complicado todo esto, y les sonará más complicado aún cuando les diga que todo eso debe de tenerse en cuenta simultáneamente mientras se está leyendo cada Símbolo en particular, pero solo lo es si lo pensamos desde un modo lineal y Lógico tal como estamos habituados a pensar. No alcanza con seguir cada línea de pensamiento por separado y sumarlas luego, el resultado correcto, como ya dije, excede a la suma de todas las partes.

Pero en su comprensión correcta aún hay algo más. Los lenguajes sagrados, como este, no solo se leen observando los símbolos, también se perciben significados desde muy diferentes lugares no-lógicos. Los símbolos en sí mismos tienen una cualidad vibrante, y pese a que esa cualidad vibrante es inaudible, internamente podemos percibirlos. Esto es comparable a lo que sucede cuando leemos en silencio una partitura musical e internamente podemos “oír” la música que está escrita ahí. En la lectura astrológica podemos percibir emociones y sensaciones cuando contemplamos los símbolos, que nos acercan aún más a su verdadero significado aunque no podamos explicarlo por medio de simples palabras. Creer que estos lenguajes sagrados puedan ser traducidos totalmente a un lenguaje ordinario y comprensible por medio de la simple lectura alguna vez, es un gran error. Como dije antes, para comprender estos lenguajes hace falta estar dispuesto a cambiar radicalmente nuestro modo habitual de pensar. No podemos hablar o pensar aquí en términos de causa-efecto, por ejemplo, sino en términos de contradicciones, paradojas y sincronicidades. No podemos expresarnos correctamente creyendo que los planetas, por ejemplo, al estar en tal o cual signo nos provocan tal o cual cosa. Es este un pensamiento infantil, creer que nos tiran rayitos de alguna clase para afectarnos de alguna manera debido a una causa mágica y desconocida, es propio de una cultura primitiva y animista que asimila al objeto celeste a un ser vivo malignamente conciente. El paradigma aceptado actualmente por la ciencia respecto del Universo, es que el Cosmos es comparable a un Holograma. Muchos habrán visto un Holograma, es una imagen tridimensional que puede proyectarse en el espacio, y cada punto de esa imagen es exactamente igual a la imagen total del conjunto. Los puntos son montones de pequeñas imágenes que construyen esa misma imagen en una escala más grande. Los hologramas que habrán visto alguna vez, son en su mayoría estáticos y están quietecitos, pero el Universo no. Se mueve y cambia continuamente con cada pequeña modificación que suceda en cualquiera de sus partes o globalmente. En el movimiento sincrónico del cosmos, los planetas están reflejando en otra escala lo mismo que sucede en todas partes tanto dentro como fuera de nosotros mismos, y es la escala en donde basamos los símbolos en el lenguaje astrológico que hablamos habitualmente. La lectura de ese movimiento de sincronía celeste puede hacerse por medio de la Lógica y de los diferentes lenguajes físico-matemáticos habituales, como de hecho hace la ciencia hoy día y con una exactitud creciente. Pero hay solo un tipo de lenguaje en el que puede llegarse a comprender el significado profundo que tiene ese en apariencia caótico holomovimiento, son los lenguajes Sagrados, y dentro de ellos hay uno muy específico para hacerlo. Se llama Astrología, y no se parece en nada a cualquiera que hayas visto antes.

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